Lo que sucede es que, con tantas opciones, no es tan fácil saber cuál es la más conveniente. La elección dependerá, en gran parte, de qué uso le demos en la cocina: según la receta o lo que queramos endulzar, a veces nos interesará más un endulzante líquido y otras veces uno en gránulos, por ejemplo.
El sabor dulce es mejor encontrarlo en los alimentos, de manera natural, pero, si vamos a endulzar una receta o un café con un producto endulzante, el xilitol es una opción que vale la pena tener en cuenta.
El universo de los endulzantes es muy amplio y nos interesa explorarlo si queremos cuidar nuestra alimentación. Hoy os presento el xilitol, un tipo de endulzante muy particular y que vale la pena conocer e incorporar en nuestras alacenas como alternativa al azúcar. Veamos.
Se trata de un alcohol de azúcar -o polialcohol- que se obtiene de la corteza del árbol de abedul, pero que también se encuentra de manera natural en algunas frutas, cereales y hortalizas.
Su sabor es dulce y su digestibilidad es baja, motivo por el cual es muy poco lo que podemos absorber de él. Por lo tanto, es un tipo de carbohidrato muy bajo en calorías.
Aunque como regla general lo mejor es moderar el consumo de cualquier endulzante e intentar no acostumbrar a nuestras papilas gustativas a un exceso de este sabor, existen algunas ventajas del azúcar de abedul respecto a otros productos, que lo convierten en una alternativa más interesante.
Al no ser digerido (o muy poco), el xilitol pasa directamente al intestino grueso, en donde es fermentado por nuestras bacterias. Esto significa que, en exceso (y sobre todo si hay sensibilidad), el xilitol puede generar desajustes intestinales de tipo flatulencias o diarrea.
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